domingo, 17 de octubre de 2010

Secundulá

Caigo de nuevo en un folio en blanco, descargo mi apatía, mi odio, muero en él, me desangro en tristeza manchando de sangre el papel, profanando la naturaleza para plasmar mi inhumanidad en cada una de las letras.

Olvide mi nombre, porque nunca nadie me quiso demasiado y porte la corona del Rey sombra cayendo en la ausencia que siempre empieza por mí mismo. Oculte mi rostro bajo la máscara de mi sonrisa ya que desde muy pequeño sabia que la felicidad que importaba no es la mía y por ello doy mi vida día tras día.

No obstante nunca olvides que no existo más allá de la última copa, no olvides que no tengo rostro, que nunca jamás sabras mi nombre. No olvides que nunca volverás a verme, que no importa lo que me ocurra, que jamás desfallecere, pero sobretodo no olvides que te quise todo lo que pude.

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